Cuando despierto y
veo el sol por mi ventana,
doy gracias a Dios
porqué ha amanecido,
es tan tierna y
dulce la mañana,
que el divino Dios
nos ha ofrecido.
Cuando dejo el
lecho muy temprano,
una mujer abriga en
mi ausencia,
y al despedirme
cogiéndome la mano,
que Dios te
bendiga- me dice – en su presencia.
Y así voy
recorriendo el día,
saludando a uno,
riendo al otro,
hay Dios si fuera
así todos los días,
dichosos seríamos
todos nosotros.
Pero en esta vida
de pena y placer,
impera la tristeza
como pan nuestro,
pero la alegría
queriendo florecer,
te da una sonrisa para cambiar tu rostro.
Pero es una deidad que cambia luego,
te apena haber nacido, recordar es triste,
por eso yo les digo, no jueguen con el fuego,
cree en Dios que es amor y existe.
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