viernes, 15 de abril de 2011

TUS CARTAS



Ayer en la soledad que me encontraba,
buscando un no sé qué en mis recuerdos,
encontré tus cartas y aún me hablaba,
de ese gran amor que habíamos vivido.

Con nostalgia empecé a leer la primera,
y luego otra, otra y muchas más,
surgiendo en mi mente una quimera,
que te veo llegar y luego te vas.

Me dices en ellas – amor por ti yo muero,
si tú no vienes a mí me desespero-,
más yo en silencio te digo aun te quiero...
aunque ya no seas mía, por ti yo muero.

Son tus cartas de amor, los que en mí viven,
y hacen que aún te quiera más todavía,
aunque las esperanzas en mí ya no existen,
de lejos sabré decirte, que vivas siempre vida mía.

Porque tú vivirás en mí, en mis recuerdos,
aunque otro te tenga , tu seguirás pensando en mí,
yo seguiré en la soledad de mis recuerdos,
escudriñando tus cartas y sin tenerte a ti.


DOLOR


He desgarrado el aire con mis manos,
y a caído sobre tu delicado cuerpo
la fuerza total de mi enojo,
por no comprender lo sucedido.

Muchas veces te dije sin medida,
que a tu amor yo no engañaría,
pero tú sin ver que me hacías herida,
seguías creyendo de  esa falsía.

Fue esa noche, quizás la última noche,
que vi brotar lágrimas en tus ojos,
cree en mi amor, no lo reproches,
porque sufro también de tus enojos.

Que dolor tan grande de lo sucedido,
que me remuerde el alma haberte ofendido,
pero el hombre es bestia con sentido,
que actúa sin temor cuando se ve perdido.

Yo quisiera sanar todas tus heridas,
con besos de amor que quiero darte,
porque eres la mujer la más querida,
y que nunca dejare de amarte.

AY ...AMOR


Cuando te tengo lejos siento que me faltas,
entonces empiezo a quererte mas y más.
mas cuando te acercas, con celos me matas,
y todo el amor que tenia, se pierde en un quizás.

Si yo pudiera comprenderlo esto,
que en la lejanía, mi amor muere por ti,
pero cuando recuerdo que existen en ti los celos,
me desespero entonces, que me olvido de ti.

Hay amor cuanto te quiero, cuanto te extraño,
que los días parecen, o pasaran en mí,
hay tardes que espero, volver encontrarte,
pero llega la noche y me veo sin ti.

Cuando despierto y veo, el sol tan radiante,
pienso en las mañanas que pase junto a ti,
pero los celos de amor que aun tú lo tienes,
me tornan tan torpe y me olvido de ti.

Hay que pena, pensar que estamos tan lejos,
que tus labios ya no me besan mas,
no está la mano que acaricie tus senos,
ni el hombre seguro que te haga feliz.

VEN ... SEÑOR



Señor, llegaste a la tierra trayendo esperanza,
la esperanza esperada, tantos siglos atrás,
Mesías, proclamaron la tierra de Egipto,
y llenaste de gloria, de fe y de amor.

De mirra te ungieron, cuantos pudieron,
señor de señores, te llamaron a ti,
buscaste por la orilla del mar de Galilea,
pescadores y hombres, apóstoles después.

Por el campo ibas, derramando la alegría,
pregonando que tú eras el Mesías esperado,
que tu padre allá en el cielo te había enviado
trayendo buenas nuevas para nuestra salvación.

Pero hubo gente, como existe todavía,
que no creyeron y se burlaron de ti,
pero cuando vieron que subías a la gloria
clamaron entonces, Jesús, ven por mí.

Por eso hoy Señor, mi alma te clama,
te loa y te alaba desde el amanecer,
Ven... Señor... el mundo te llama,
no dejes al pobre, pues más padecer.


GAVIOTA


Ayer que paseaba por la orilla del mar,
vi una gaviota que acompañaba mis pasos,
y he visto en sus ojos, los ojos de mi madre,
cuando de niño empecé a andar.

Esta gaviota cautelosa y serena,
se elevó tan alto que no alcanzaba a ver,
y bajaba a la tierra tan precipitadamente,
que parecía mi madre, cuando me escuchaba llorar.

Que vuelo tan dulce de aquella gaviota,
que el mundo es tan pequeño para ella,
que solo extendiendo sus alas alcanza,
a copar toda esta inmensidad.

Y se parece a mi madre de corazón noble,
que extendiendo la mano al malo o al bueno,
y al hijo no mima, la ama de verdad,
llenándolo todo de gran felicidad.

Y aquella gaviota que en mi paso iba,
se ha quedado atrás por trajín del tiempo,
ella tiene el alma, el alma tan pura,
porque en poco tiempo me ha dejado solo.

Y hoy que he vuelto de nuevo a la orilla aquella
busco entre todas la gaviota compañera,
pero no la hallo, hoy no está mi madre,
a muerto también ella, era el alma de mi madre

VUELVE SEÑOR


Cuantas veces Señor he fracasado,
en el duro trajín de esta vida,
tantas veces Señor me he levantado,
con más fuerza, olvidando la herida.

Sé que hay golpes Señor que son tan duros,
como la esencia férrea de una piedra,
pero hay besos también que son tan puros,
y se adhieren al alma como hiedra.

Yo quisiera Señor tener la calma,
como la tuviste tú en esta tierra,
pero tengo tan dolida el alma,
que las heridas aun no cierran.

Yo quisiera Señor, más fe volver a tener,
y llenar mi corazón de misericordia,
y cuando digan que estas cerca de volver,
listo estaré esperando ese gran día.

Vuelve Señor, mi alma te espera,
y acaba con el hombre que pregona la guerra,
vuelve y trae la paz a esta tierra,
y empecemos de nuevo una nueva era.


MI DERROTA


Toda cosa tiene un inicio y un final,
todas las veces no estás dispuesto a ganar,
en el amar, lo más hermoso es un amor virginal,
 aunque al final todo, ese amor se llegue acabar.

Y fue así como una noche en verano
en la fiesta del buen San Valentín,
estaban en un altar cogidos de la mano
la mujer que fuera mía, en mis años de infancia.

Como se llegó acabar todo aquello,
al verla lloré, se entristeció mi alma,
recordé aquel primer beso sencillo,
que robé de sus labios, una noche de calma

Esa iglesia muchas veces fue testigo,
del amor que un día nos juramos,
niño aún fui presentado como su amigo
y jóvenes ya, los dos llegamos a amarnos.

Fue una juventud llena de amor y fantasía,
donde Dios existía dentro de nuestra alma,
pero esa noche al verla de novia no creía,
y dejé de creer en Dios, con todo mi alma.

Permanecí allí mirándola muy quieto
deseando encontrarme yo en ese momento,
cogerla entre mis brazos y sacarla del firmamento
llevarla muy lejos donde sea solamente mía.

Pero no podía conciliar mi angustia,
mire a todos lados y existía la alegría,
sólo al pensar que un tiempo atrás era mía,
se apresuraba luego mi lenta agonía.

Y el mandato divino se hacía presente,
mis ilusiones todas se desvanecían,
pero hay de mí, fingiendo estar ausente
tuve que escucharles, lo que se prometían.

Como pudo ella olvidar tan pronto lo vivido,
como sepultó mi amor y  toda mi alegría,
se acordará acaso lo mucho que he sufrido,
o los días felices que fuimos cierto día.

Luego el cura dijo: Marido y mujer hoy los consagro,
así escuché decir con voz entrecortada,
porqué pues Dios hiciste a otro ese milagro
teniendo a tu siervo con el alma destrozada.

Dejando están el altar que los uniera,
y yo quisiera arrebatarla de su dueño,
tengo miedo de gritarla que la quiero,
tan solo quisiera entender, que es un sueño.

Que mitigado estoy de verla tan hermosa,
que solo alcanzo a decir - que feliz seas –
me robaron de mi huerto la rosa más preciosa,
que cultive en el jardín de mis amores.