Muchas veces, con el alma herida,
me arrodillé
frente a tu altar,
Señor,
y te he pedido por la mujer
querida,
a la que amé un día, no le causes dolor.
Ella fue buena, cariñosa, amable,
yo la amé, pero no sé lo que pasó,
solo
sé que era un amor inagotable,
pero una noche el frío se la llevó.
Guardo noches que no puedo olvidarla,
soñando la veo, mi alma la evoca,
mis labios aún no dejan de besarla,
no sé lo que tengo, mi mente está loca.
Por eso, ¡oh, mi Dios!, a ti hoy he venido,
a
pedirte paz, que des calma a mi vida,
solo tú sabes lo mucho que la he querido,
pues, aunque me dejó, mi alma no la olvida.
Es muy grande la pena que ahora tengo,
he
vuelto a los parques que ayer recorrimos,
solo en placenteros recuerdos me sostengo,
de aquellas noches de amor que compartimos.
Por eso, Señor, hoy me encuentro de rodillas,
pidiendo
que alumbres mi camino con tu luz,
pero no le causes dolor, aunque por mis mejillas,
llorando voy a cuestas, llevando mi pesada cruz.
a la que amé un día, no le causes dolor.
Ella fue buena, cariñosa, amable,
pero una noche el frío se la llevó.
Guardo noches que no puedo olvidarla,
soñando la veo, mi alma la evoca,
mis labios aún no dejan de besarla,
no sé lo que tengo, mi mente está loca.
Por eso, ¡oh, mi Dios!, a ti hoy he venido,
solo tú sabes lo mucho que la he querido,
pues, aunque me dejó, mi alma no la olvida.
Es muy grande la pena que ahora tengo,
solo en placenteros recuerdos me sostengo,
de aquellas noches de amor que compartimos.
Por eso, Señor, hoy me encuentro de rodillas,
pero no le causes dolor, aunque por mis mejillas,
llorando voy a cuestas, llevando mi pesada cruz.
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