a Wanda
Solís.
Fue allí en
aquella isla del encanto,
que me llego
la esperanza una tarde,
paseando por
la orilla bajo el sol que arde,
vi. unos ojos
que miraban como una estrella
Una sonrisa
coqueta fue que alimento mi alma,
luego mis
ojos no dejaron de mirarla,
la lluvia
bajo el sol, el mar en calma,
era una mujer
que llegaba y empecé a amarla.
Mas una tarde
marzo, fue cuando tú llegaste,
tan linda
como ninguna que en mi ser habitaba,
un beso
deposité bajo tu tierna mirada,
y tú sin
comprenderlo gracias aún me dijiste.
De nuevo el
mar fue el camino,
y a otros
lugares también, la noche se acercaba,
vi en tu
mirada entonces una luz para mi destino,
que pensé que
había llegado el ser que amaba.
Tus manos en
mí temblaban,
tus labios me
decían bésame,
más tú
negándolo todo, tus ojos te delataban,
la felicidad
tú sentías, pero besarme NO.
Más luego llegó
la noche y también la despedida,
tu auto le
perdí de vista y a mí llego el llanto,
mis sueños se
ofuscaron pues llegaba mi partida,
y no volvería
a verte, ¡oh mujer de tierno encanto!
Puerto Rico, 18 Marzo 2003
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