jueves, 20 de agosto de 2015

CRIMEN DE AMOR



Pido silencio por favor amigo, tú que me escuchas,
tú que una vez sentiste el amor dentro de ti,
y fuiste celoso muchas veces porque la amabas,
sin contemplar en nada la quisiste siempre para ti
 
Era niña aun cuando nos conocimos,
y sus labios puros aún no habían pecado,
una noche, no sé, nos vimos muy enamorados,
y desde aquel día yo siempre le he amado.
 
Éramos dos enamorados muy felices,
que vivíamos del amor sus alegrías,
sin saber que la vida y sus deslices,
nos llevarían a un mundo de idolatría.
 
Y apareció en el camino de la vida,
un hombre sin fe, sin corazón siquiera,
que fingiendo que ella era su elegida,
robo su corazón una noche de espera.
 
Y viendo yo que en este mundo incierto,
el pobre no tiene nada, el rico lo puede todo,
me quedé sin amor, me quedé en el desierto,
con fe a medias y el corazón deshecho.
 
Imploraba yo a mi Dios que llene mi alma
con sabiduría, con paciencia y con mucho amor,
pues mi cuerpo buscaba la paz, también la calma
yo no podía soportar más ese cruel dolor.
 
Muchas veces yo pensaba que ella era mía,
y una noche con miedo seguí sus pasos,
me dirigí a su alcoba a robarle su alegría,
y al verla sola, me aferre a sus brazos.
 
Y ella que no olvidaba que fui su primer amor,
cogiéndome con sus manos me apretó a su pecho
- dónde estuviste amor? – me dijo con mucho dolor,
y ambos sin comprenderlo nos vimos dentro del lecho.
 
Y muy suplicante me dijo ella: – hazme el amor –
y yo que tanto la amaba por fin la sentí tan mía,
pues llorando me decía: - nunca me dejes por favor,
porque ya fui tuya, seré tuya, no quiero otra agonía -
 
Intentando escapar de la noche  llego aquel vil ignorante,
que al ver la escena aquella, cogió un puñal reluciente,
y corriendo  hacia ella le dijo – acaso él es tu amante?,
sí- le contestó y si has de matarnos, no pierdas un instante.
 
Apenas alcanzo a decir aquello y queriendo contenerlo,
pues sangrando la vi, a la mujer que era mi vida,
cobarde – eres cobarde – al amor hay que entenderlo,
porque me la robaste tú,  si ella era mi prometida.
 
La niña que era antes, hoy toda una jovencita,
retorciéndose de dolor, la vi en el suelo tendida,
no sufras mi preciosita, no sufras mi niña bonita,
que este vil y criminal tiene su muerte pedida.
 
No me dejes pues morir – pedía muy consternada,
la mujer que en una noche me dio todo su amor,
cogiendo un trapo sencillo, ligué pronto su herida,
y luego salí a buscarlo, a ese criminal de amor.
 
Jadeante me encontraba, y con los pasos rendidos,
ingrese a una casucha vieja queriendo yo descansar,
más en un rincón estaba aún con los ojos perdidos,
aquel hombre que yo buscaba para poderme vengar.
 
Y con un puñal en mano, su pecho yo perforé,
más luego me fui a buscarla a mi tierna enamorada,
y encontrándola con vida muy presto yo la abrace,
hoy en esa casucha vieja, vive una cruz abandonada.
 


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