Fue
un día caluroso de diciembre,
y
mi mirada prendida estuvo en ti,
me
sentía feliz de ser ese hombre,
porque
tu encanto vivía en mí.
Siempre
tu mirada me decía mucho,
tus
ojos radiantes me hablaban de amor,
te
vi tantas veces, te llevé en mi pecho,
te
guardé muy dentro con mucho dolor.
Amarte
no podía, pues mi sentimiento,
distraído estuvo en otro menester,
pero
ese día con tu consentimiento,
dejaste
que mis labios te llenen de placer.
Hoy
que de mí estas muy lejos,
sufre
mi alma al no poder tenerte
pues
las lágrimas llegan a mis ojos,
y
solo ansío con mis besos callarte.
Ahora
yo quiero llenarte de besos,
y
que tu mirada solo sea para mí,
que
tus labios muerdan a los míos,
como
aquella tarde cuando yo partí.
Espera
un momento, no he terminado,
mis
ojos te llevan metida muy dentro de mí,
aunque
mucho tiempo hemos esperado
hoy
eres mía, y solo mía por siempre serás.
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