Si
pudiera tener entre mis manos,
esas
manos tuyas aunque envejecidas,
porque
tú en la cuna me diste cariño,
me
criaste fuerte, sano y con ternura.
Porque
en tu vientre durante nueve meses,
bebí
tu sangre, sentí tu calor y tu alegría,
sentiste
la fuerza de mis movimientos,
fueron
nueve meses que ensanche tu cuerpo.
Y
tú me pariste con dolor y llanto,
sentiste
mis labios al mamar tus pechos,
pues
tus fuertes brazos fueron mi hamaca,
que
por mucho tiempo descanso mi cuerpo.
Pero
un día partí de tu lado,
arranqué
tu alma, destrocé tu pecho,
con
un beso en la frente empecé la vida,
quise
hacerme hombre, buscar mi destino.
Por
eso hasta ahora recuerdo esa noche,
-
que Dios te bendiga, oh hijo querido-
dejé
tu regazo, la casa, mis hermanos,
aún
recuerdo tu voz en mi triste partida.
Por
eso hoy que vuelvo de nuevo a tu lado,
con
los años encima y lleno de ilusiones,
pues
traigo en mi mano tu obra divina,
me
formaste hombre muy bien respetado.
Gracias
mujer por permitirme ser tu hijo,
ven,
dame tus brazos, quiero acariciar tu rostro,
aunque
maltratado por la pena y el sufrimiento,
déjame
Madre mía, darte un beso en este día.

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