Cuando en esta vida ves llorando un niño,
dime en que piensas, que sientes, acaso dolor,
cuando a tu paso un niño dormido tirita de frío,
acaso no puedes entregarle un poco de amor
Pon la mano al pecho y por un momento medita,
tuviste una aventura quizás y ella te dio su amor,
y con tus palabras dulces le pediste una cita,
más ella creyendo en ti accedió a ese favor.
Pobre aquella mujer que contigo engendró,
un fruto lleno de amor y ternura infinita,
que mal que le has pagado, ese fruto ya nació,
hoy está debajo de un banco y de frío tirita.
Su madre murió quizás, cuando nació el niño,
o al verse abandonada a ese niño le dejó,
no tiene padre ni madre quien le entregue cariño,
hombre, porqué engañaste a ella si en ti creyó
¡Ay! Madre abandonada, él ya no volverá,
tu amor brindaste a un hombre tan desgraciado,
llamarle padre no puedo, ni debo llamarle papá,
porque mi suerte ha sido de ser un hijo negado.
Cuida al niño que tú tienes, pues nació del amor,
sufre con él, vive acuestas, no desmayes jamás,
no exijas una ternura, no pidas nunca un favor,
porque el mundo no comprende y sufrirás mucho más.
Las abandonadas van acongojando el alma,
y oprimen el pecho con un amor sincero,
en ellas existe la fe y también está la calma,
y tal vez algún recuerdo de ese amor primero.
dime en que piensas, que sientes, acaso dolor,
cuando a tu paso un niño dormido tirita de frío,
acaso no puedes entregarle un poco de amor
Pon la mano al pecho y por un momento medita,
tuviste una aventura quizás y ella te dio su amor,
y con tus palabras dulces le pediste una cita,
más ella creyendo en ti accedió a ese favor.
Pobre aquella mujer que contigo engendró,
un fruto lleno de amor y ternura infinita,
que mal que le has pagado, ese fruto ya nació,
hoy está debajo de un banco y de frío tirita.
Su madre murió quizás, cuando nació el niño,
o al verse abandonada a ese niño le dejó,
no tiene padre ni madre quien le entregue cariño,
hombre, porqué engañaste a ella si en ti creyó
¡Ay! Madre abandonada, él ya no volverá,
tu amor brindaste a un hombre tan desgraciado,
llamarle padre no puedo, ni debo llamarle papá,
porque mi suerte ha sido de ser un hijo negado.
Cuida al niño que tú tienes, pues nació del amor,
sufre con él, vive acuestas, no desmayes jamás,
no exijas una ternura, no pidas nunca un favor,
porque el mundo no comprende y sufrirás mucho más.
Las abandonadas van acongojando el alma,
y oprimen el pecho con un amor sincero,
en ellas existe la fe y también está la calma,
y tal vez algún recuerdo de ese amor primero.
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