No pude decirte adiós, pues era imposible,
te conocí cuando empezaba mi niñez,
hoy tu casa está vacía, pues es entendible,
hoy no pasaré por ella y será mi extrañez.
Tú cogiste mi mano en mi infancia,
me enseñaste siempre que Dios es amor,
tus frescas rosas extrañan tu presencia,
y tu pronta partida hoy me causa dolor.
Me imaginé que el tiempo se detendría,
que mis sueños perdidos me lleven a ti,
hoy vives tan lejos y llegar allí no lograría,
pues estás junto al Dios de amor y yo sin ti.
Fue tu nobleza de mujer y madre bendita,
cuando en tu mirada alegre podía descansar,
te mostré mi alegría, mis penas mamá Mechita,
dime ahora si tienes tiempo para conversar.
Me enseñaste a creer en Dios en todo momento,
y la pena va metida muy dentro de mi alma,
Dios lo quiso así y vivirás en mi pensamiento,
y en mis sueños volverás trayendo la calma.
No estarás presente ahora en esta tierra,
pero nunca podrás partir de mi corazón,
pensar que no estas, el dolor me aterra,
no olvido tus consejos ni aquella canción.


No hay comentarios.:
Publicar un comentario