Elevo al cielo un cántico
de alabanza,
por aquellas manos que
corren cual saeta
sellando recuerdos y
alegres bonanzas
es mi canto a las manos
del poeta.
Son manos tercas a las
miradas del dolor,
que tras rasgar el silencio
con sus versos,
acarician con su pluma un
amor
llenándolo con rimas y
con besos.
Son manos tiernas que
inspiran emoción,
que llenan muchas noches
de placer,
son manos que escriben
con el corazón,
a un amigo o a un nuevo
querer.
Las manos del poeta son
una fortaleza,
blindados con la rima
hecha oración,
son manos de lealtad y de
nobleza,
son manos de ternura y
pasión.
Las manos del poeta secan
lágrimas,
y las guardan todas ellas
en el corazón,
los mezcla en el alma de
sus rimas
y a cada pecado de amor
le busca el perdón.
Son manos que combaten la
miseria,
el hambre de un niño o
mujer abandonada,
son sublimes cuando te
llenan de alegría
y refugio de un alma lastimada.
Son manos frías que
abrigan pasiones,
que esculpen el cielo con
tantas siluetas,
son manos que curan
muchos corazones,
son manos señores, manos
de un poeta.
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