Siento el cálido
silencio del ocaso sombrío,
y las dunas dormidas esperándote están,
son tus besos floridos que llenan mi amorío,
pues al caer la tarde mis sueños se van.
Es espesa la arena cual crujir de tu ausencia,
hoy me dices que estas lejos y pronto volverás,
más el hito del sol me exige tu presencia,
porque ha muerto el ocaso desde que no estás.
Es el viento que azota arañando mis sueños,
y el recuerdo me mata en un santiamén,
por más fuerza que ponga al cerrar mis puños,
es la noche llorando que me entrega un amén.
No es el cielo que habla, al bullicio de un trueno,
es la arena en movimiento arrullando la luz,
pues el sol castigado mirando está a otro seno,
mientras yo te recuerdo voy cargando mi cruz.
Y es así que despierto sosteniendo tu mirada,
y mis labios emiten un quejido en la penumbra,
yo te busco en la noche pues estas escondida,
en el crepúsculo vacío muy junto a esa sombra
y las dunas dormidas esperándote están,
son tus besos floridos que llenan mi amorío,
pues al caer la tarde mis sueños se van.
Es espesa la arena cual crujir de tu ausencia,
hoy me dices que estas lejos y pronto volverás,
más el hito del sol me exige tu presencia,
porque ha muerto el ocaso desde que no estás.
Es el viento que azota arañando mis sueños,
y el recuerdo me mata en un santiamén,
por más fuerza que ponga al cerrar mis puños,
es la noche llorando que me entrega un amén.
No es el cielo que habla, al bullicio de un trueno,
es la arena en movimiento arrullando la luz,
pues el sol castigado mirando está a otro seno,
mientras yo te recuerdo voy cargando mi cruz.
Y es así que despierto sosteniendo tu mirada,
y mis labios emiten un quejido en la penumbra,
yo te busco en la noche pues estas escondida,
en el crepúsculo vacío muy junto a esa sombra
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