Las
llamas se expanden en la Amazonía,
y
el fuego va acabando con el planeta,
la
tristeza se apodera, se acaba la alegría,
dime
Señor, puedes enviarnos una tormenta.
Pues
Señor, la madre tierra está que arde,
los
gobiernos se hacen de la vista gorda,
el
nativo al ver su montaña, llora no por
cobarde,
si
no por la impotencia que le agobia.
Acaso
es justicia lo que estamos haciendo,
dejar
solos a los nativos luchar contra el fuego,
porque
mi Dios lo estás permitiendo,
que
se acaba la tierra sin escuchar mi ruego.
Te
ruego por la lluvia que hoy lo necesito,
por
los aviones hidrantes que tardan en llegar,
la
Amazonia no es Brasil, es mi pulmón derecho,
y
es por el dolor que siento, que no sé cómo va acabar.
Vamos
Señor, te lo pide el mundo, empieza ya a llover,
pues
las plantas, las aves, los animales llorando están,
han
cambiado de hábitat, ya no saben qué hacer,
los
humanos están rezando y sus lágrimas cayendo están.
28 agosto 2019
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