Transcurría lentamente, mi
nave su destino, el mar estaba picado por lágrimas de mucha gente que se quedó
en puerto aquella tarde de Enero.
Un nuevo conflicto empezó en
mi país, la guerra entre países vecinos era de nunca acabar, sino era el norte,
era el sur, pero así vivía mis primeros años de marino.
El tiempo no fue propicio,
el calor, la falta de agua en el buque empezó a ocasionar muchos perjuicios,
hasta que una noche tuve que llevar a mi amigo Pedro a la enfermería del buque
por ciertos dolores estomacales, náuseas y dolor en el ombligo, sorpresa
nuestra el médico diagnostico Apendicitis, cosa que no se podía operar en el
buque, se tuvo que evacuar en el helicóptero a una hospital más cercano y así
fue que esa misma noche a mi amigo Pedro le trasladaron al hospital de Piura mientras nosotros seguíamos navegando y
cuidando la soberanía de nuestro mar.
Esta navegación duro cerca
de 15 días llegamos al puerto de Paita y lo primero que hice fue ir a visitar a
mi compañero, ya estaba bien, pero estaba internado todavía hasta que la Marina
vaya a recogerlo, trámite que a veces demora más de lo que uno piensa.
Estaba solo en su cama
cuando yo llegue, conversamos sobre nuestro viaje, y sobre su operación,
mientras que al lado de él, dos señoras acompañaban a su enfermo, más tarde me
dijeron que era el hijo de Isabel y la otra mujer se llamaba Susana.
Empecé a tener amistad con Susana
de una manera inusual, me encontraba por el pasadizo del hospital y me pidió
que le prestase el teléfono o móvil para que haga una llamada a su casa, ella
se había quedado sin batería y se le apago el equipo. Yo accedí a su pedido,
cada uno dijo su nombre y luego yo regrese con ella a presentarle a mi amigo
Pedro y ella llamó a su amiga Isabel y nos juntamos junto a la cama del enfermo
a contar algunas cosas de la Marina y también de la ciudad de Piura. Al día
siguiente la Marina recogió al paciente y lo trasladaron a Lima, el buque y yo
seguíamos operando la zona norte. Creo que pasarían 10 días y volvimos a
puerto, salí muy temprano con rumbo a Piura, llamé a Susana y me pidió que
fuese a su barrio Los Algarrobos de Piura, muy presto me dirigí, llegue y en
verdad fue un recibimiento muy lindo, eran muy humildes, pero tenían el corazón
más grande que el sol, yo me sentí emocionado y deje caer unas lágrimas pues a
un desconocido le trataban como a un rey.
El buque tuvo que regresar
después de dos meses de operaciones marítimas por el norte, ya estaba en uso el
email, empezamos a escribirnos y a llamarnos con Susan, muchas veces pasamos
horas conversando por el teléfono, yo sentía que le extrañaba y hasta que un
día me volví a la ciudad de Piura por mi propia cuenta y por el deseo de ella.
A pedido de Isabel, me pidió
que me aloje en su casa y fue muy linda esa vivencia, su humildad y su cariño afloraron en todo
momento, Susan era una madre soltera de una niña de 2 años, la niña llamada
Irene era muy graciosa, mi desayuno, almuerzo y cena era en la casa de Isabel
pero siempre estaba ella, Susan, cada día que pasaba me enamoraba más de ella y
tenía miedo que se dé cuenta. Yo me tenía que regresar a Lima y en la noche de
nuestra despedida, ellas prepararon una cena, una comida ligera y unos tragos
de la zona para asentar la comida. Las horas pasaban y el sueño no llegaba
había transcurrido cerca de un año que nos habíamos conocido, la noche
estrellada acompañaba mis suspiros y mi corazón amante aferrado a la
desesperación porque yo ya tenía que regresar.
Me fui al cuarto de baño y
al regresar Susan se encontraba sola, me sorprendí y fue cuando yo sentí que ella
me miraba fijamente, como queriendo decirme algo, yo le adelante y le dije
mañana ya no te veré, y ella me respondió; - ¿acaso no me puedes llevar?, le sonríe, le tome el rostro tiernamente y le
dije señalándole el lado izquierdo de mi pecho, aquí te llevo, aquí te vas,
nadie me lo quitara, y ella se levantó rápidamente, me cogió de los hombros y
me miró fijamente, quise contenerme, pero no pude y cuando ella me quiso decir
algo, mis labios ya habían sellado su boca casi una eternidad.
Así nació un amor una noche
de marzo, teniendo como testigos una luna enamorada, un poco de calor, unas
cuantas estrellas que apenas se divisaban por unos vidrios, que al pasar el
tiempo nos unió mucho más, hasta que una vez después de casi 7 años entre
cartas, email, y llamadas telefónicas, me dijo que si podía ser padrino de su
hija, le pregunte si ella quería no seguir conmigo por su pedido y me dijo que
ella no me quería perder y como padrino de su hija siempre estaríamos en
comunicación, me dijo muchas cosas más, que no puedo transcribirla, pero luego
acepte, continuamos ya como compadres,
dejamos de ser los amantes de ayer, para convertirme en el padrino de
Irene.
Han pasado más de 20 años y
tal vez ya 12 años que no nos vemos, pero si nos llamamos siempre, pero es
triste la noticia hoy, porque ella hace unos años atrás llego a tener pareja,
entre amor y maltratos hoy ella está perdiendo la visión, hace días me llamo,
pidiéndome que vuelva a verla, me apena su sufrimiento, pues mi ahijada al ver
como su madre sufre, ya está casada, hoy Susan vive sola con su pareja en un
macabro infierno, solo me queda pedir
que Dios lo tenga con vida, aunque ella nunca salió de mi mente pero si de mi
corazón, pues tenía que yo cumplir la función de padre o padrino cosa que me lo
pedían los amigos, ella y la niña.
Es una historia sincera que Dios lo conoce mejor.
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