domingo, 9 de agosto de 2020

AMOR HOSPITALARIO

 


 

Transcurría lentamente, mi nave su destino, el mar estaba picado por lágrimas de mucha gente que se quedó en puerto aquella tarde de Enero.

Un nuevo conflicto empezó en mi país, la guerra entre países vecinos era de nunca acabar, sino era el norte, era el sur, pero así vivía mis primeros años de marino.

El tiempo no fue propicio, el calor, la falta de agua en el buque empezó a ocasionar muchos perjuicios, hasta que una noche tuve que llevar a mi amigo Pedro a la enfermería del buque por ciertos dolores estomacales, náuseas y dolor en el ombligo, sorpresa nuestra el médico diagnostico Apendicitis, cosa que no se podía operar en el buque, se tuvo que evacuar en el helicóptero a una hospital más cercano y así fue que esa misma noche a mi amigo Pedro le trasladaron al hospital de  Piura mientras nosotros seguíamos navegando y cuidando la soberanía de nuestro mar.

Esta navegación duro cerca de 15 días llegamos al puerto de Paita y lo primero que hice fue ir a visitar a mi compañero, ya estaba bien, pero estaba internado todavía hasta que la Marina vaya a recogerlo, trámite que a veces demora más de lo que uno piensa.

Estaba solo en su cama cuando yo llegue, conversamos sobre nuestro viaje, y sobre su operación, mientras que al lado de él, dos señoras acompañaban a su enfermo, más tarde me dijeron que era el hijo de Isabel y la otra mujer se llamaba Susana.

Empecé a tener amistad con Susana de una manera inusual, me encontraba por el pasadizo del hospital y me pidió que le prestase el teléfono o móvil para que haga una llamada a su casa, ella se había quedado sin batería y se le apago el equipo. Yo accedí a su pedido, cada uno dijo su nombre y luego yo regrese con ella a presentarle a mi amigo Pedro y ella llamó a su amiga Isabel y nos juntamos junto a la cama del enfermo a contar algunas cosas de la Marina y también de la ciudad de Piura. Al día siguiente la Marina recogió al paciente y lo trasladaron a Lima, el buque y yo seguíamos operando la zona norte. Creo que pasarían 10 días y volvimos a puerto, salí muy temprano con rumbo a Piura, llamé a Susana y me pidió que fuese a su barrio Los Algarrobos de Piura, muy presto me dirigí, llegue y en verdad fue un recibimiento muy lindo, eran muy humildes, pero tenían el corazón más grande que el sol, yo me sentí emocionado y deje caer unas lágrimas pues a un desconocido le trataban como a un rey.

El buque tuvo que regresar después de dos meses de operaciones marítimas por el norte, ya estaba en uso el email, empezamos a escribirnos y a llamarnos con Susan, muchas veces pasamos horas conversando por el teléfono, yo sentía que le extrañaba y hasta que un día me volví a la ciudad de Piura por mi propia cuenta y por el deseo de ella.

A pedido de Isabel, me pidió que me aloje en su casa y fue muy linda esa vivencia,  su humildad y su cariño afloraron en todo momento, Susan era una madre soltera de una niña de 2 años, la niña llamada Irene era muy graciosa, mi desayuno, almuerzo y cena era en la casa de Isabel pero siempre estaba ella, Susan, cada día que pasaba me enamoraba más de ella y tenía miedo que se dé cuenta. Yo me tenía que regresar a Lima y en la noche de nuestra despedida, ellas prepararon una cena, una comida ligera y unos tragos de la zona para asentar la comida. Las horas pasaban y el sueño no llegaba había transcurrido cerca de un año que nos habíamos conocido, la noche estrellada acompañaba mis suspiros y mi corazón amante aferrado a la desesperación porque yo ya tenía que regresar.

Me fui al cuarto de baño y al regresar Susan se encontraba sola, me sorprendí y fue cuando yo sentí que ella me miraba fijamente, como queriendo decirme algo, yo le adelante y le dije mañana ya no te veré, y ella me respondió; - ¿acaso no me puedes llevar?,  le sonríe, le tome el rostro tiernamente y le dije señalándole el lado izquierdo de mi pecho, aquí te llevo, aquí te vas, nadie me lo quitara, y ella se levantó rápidamente, me cogió de los hombros y me miró fijamente, quise contenerme, pero no pude y cuando ella me quiso decir algo, mis labios ya habían sellado su boca casi una eternidad.

Así nació un amor una noche de marzo, teniendo como testigos una luna enamorada, un poco de calor, unas cuantas estrellas que apenas se divisaban por unos vidrios, que al pasar el tiempo nos unió mucho más, hasta que una vez después de casi 7 años entre cartas, email, y llamadas telefónicas, me dijo que si podía ser padrino de su hija, le pregunte si ella quería no seguir conmigo por su pedido y me dijo que ella no me quería perder y como padrino de su hija siempre estaríamos en comunicación, me dijo muchas cosas más, que no puedo transcribirla, pero luego acepte, continuamos ya como compadres,  dejamos de ser los amantes de ayer, para convertirme en el padrino de Irene.

Han pasado más de 20 años y tal vez ya 12 años que no nos vemos, pero si nos llamamos siempre, pero es triste la noticia hoy, porque ella hace unos años atrás llego a tener pareja, entre amor y maltratos hoy ella está perdiendo la visión, hace días me llamo, pidiéndome que vuelva a verla, me apena su sufrimiento, pues mi ahijada al ver como su madre sufre, ya está casada, hoy Susan vive sola con su pareja en un macabro  infierno, solo me queda pedir que Dios lo tenga con vida, aunque ella nunca salió de mi mente pero si de mi corazón, pues tenía que yo cumplir la función de padre o padrino cosa que me lo pedían los amigos, ella y la niña.

Es una historia sincera  que Dios lo conoce mejor.


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