Ha nacido la
esperanza a mí soledad,
pues estuvo
dormida en el sueño artero,
sus manos
acarician la felicidad ,
y mis labios
sólo saben decir –te quiero-
Es tan tierno
el aroma de tus besos,
que acallan mi
quejido de placer,
por ti
imploro a Dios todos mis rezos,
porque me diste
tú un nuevo querer.
Los besos de esa
noche están en mi prendido,
como hiedra a
tu huerto en esta primavera,
te amo y tú
lo sabes que a ti he preferido,
amarte para
siempre, ¡oh! mujer verdadera.
Eres amor de
esperanza, amor de sosiego,
pues encuentro
en tu regazo mucha tranquilidad,
llamaste a mi
puerta y encontraste un mendigo,
que vivió
mucho tiempo en la triste soledad.
Llegaste tú
preciso trayendo mi alegría,
los besos y
caricias que a nadie pudiste dar,
te coroné
soberana, reina y siempre mía
hoy te amo
como nadie te ha podido amar.
Y me dices entonces
que me calle, que es mejor
que me quede
dormido muy junto a tu pecho,
que despierte
temprano entre tus besos de amor,
y solo tú y
yo envueltos de pasión en nuestro lecho.
Eres tú mi
diosa, la mujer verdadera,
la que llenó
el vacío que no pude ocultar,
te extraño y
te amo, como la vez primera,
como el
viento a las olas, no te podré dejar
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