Fueron mis manos tan pecaminosas,
los que una noche cogieron tus senos,
fueron dos capullos, cual bellas rosas
que brotaron solos entre mis dedos.
Fue una noche bella de amor y de ternura,
de encanto y de risa, de paz y de armonía,
fue la entrega de ella, de una mujer tan pura,
tan exótica pero llena de fe , de amor y alegría.
Fue tu cuerpo tierno lo que acariciaba,
fue un beso ardiente que sello ese amor,
fue una noche clara de una luna muy bella,
que tú al marcharte me causaste dolor.
Fueron tus senos finos cual bellas palomas,
que llegaron a mis manos llenos de primor,
y tu cuerpo frágil bañado en mil aromas,
sintió sobre mis brazos todo mi candor.
Hoy mis manos frías buscan un abrigo,
como aquella noche que tú me otorgaste,
ahora busco tu pecho como un mendigo,
y tus duros senos que una noche me entregaste.
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