Escuelita
de primaria, de mis primeros pasos,
de
aula tan grandiosa y maestra majestuosa,
a
ti mi homenaje por tus cincuenta años
porque
eres generosa y grande como una diosa.
Recuerdo
mi primer día con miedo al empezar,
no
puedo yo negar de haber dejado una lágrima
al
ver a mi madre alejarse y dejarme en este andar
sola
buscando con quien cantar una canción de alegría.
Si
Dios me concediera tan solo pedirle un deseo,
lo
único que le pidiera, que nunca se acabe el recreo,
y
que mi gran escuelita se llene de mil trofeos
y
que al final de la jornada, seas tú la bendecida.
Escuelita
mía, del patio de antaño florido,
de
la majestuosa y bulliciosa campana,
hoy
de nuevo me llamas después de tantos años
ya
deje tus viejas aulas hoy son mis recuerdos.
Al
cielo le pido que Dios te bendiga,
que
mis viejos maestros de gloria se vistan,
hoy
sus enseñanzas a mi alma abrigan
y
son mis escudos que cada día me blindan.
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