Cuantas veces
Señor he fracasado,
en el duro trajín
de esta vida,
tantas veces
Señor me he levantado,
con más fuerza,
olvidando la herida.
Sé que hay golpes
Señor que son tan duros,
como la esencia
férrea de una piedra,
pero hay besos
también que son tan puros,
y se adhieren al
alma como hiedra.
Yo quisiera Señor
tener la calma,
como la tuviste
tú en esta tierra,
pero tengo tan
dolida el alma,
que las heridas
aun no cierran.
Yo quisiera
Señor, más fe volver a tener,
y llenar mi
corazón de misericordia,
y cuando digan
que estas cerca de volver,
listo estaré
esperando ese gran día.
Vuelve Señor, mi
alma te espera,
y acaba con el
hombre que pregona la guerra,
vuelve y trae la
paz a esta tierra,
y empecemos de
nuevo una nueva era.
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