viernes, 15 de abril de 2011

GAVIOTA


Ayer que paseaba por la orilla del mar,
vi una gaviota que acompañaba mis pasos,
y he visto en sus ojos, los ojos de mi madre,
cuando de niño empecé a andar.

Esta gaviota cautelosa y serena,
se elevó tan alto que no alcanzaba a ver,
y bajaba a la tierra tan precipitadamente,
que parecía mi madre, cuando me escuchaba llorar.

Que vuelo tan dulce de aquella gaviota,
que el mundo es tan pequeño para ella,
que solo extendiendo sus alas alcanza,
a copar toda esta inmensidad.

Y se parece a mi madre de corazón noble,
que extendiendo la mano al malo o al bueno,
y al hijo no mima, la ama de verdad,
llenándolo todo de gran felicidad.

Y aquella gaviota que en mi paso iba,
se ha quedado atrás por trajín del tiempo,
ella tiene el alma, el alma tan pura,
porque en poco tiempo me ha dejado solo.

Y hoy que he vuelto de nuevo a la orilla aquella
busco entre todas la gaviota compañera,
pero no la hallo, hoy no está mi madre,
a muerto también ella, era el alma de mi madre

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