Señor, yo
estuve allí cuando te crucificaron,
cuando en
silencio y en humildad implorabas,
mi Dios,
fueron muchos los que te azotaron,
pero yo
estaba allí entre los que te llorábamos.
Tu humildad
de soberano siempre estuvo contigo,
en el largo
camino, rumbo hacia el Gólgota,
muchos te
clamaban, yo estuve como amigo,
pero no pude
hacer nada aquella tarde rota.
Te clamaban muchos,
Señor y otros te lloraban,
pues era la
impotencia que no poder hacer nada,
con humildad
paso tras paso los judíos te llevaban,
sin decir
nada tú, el calvario era tu última morada.
Tu humildad nos
entregaste como ejemplo Señor,
en aquel día
y también al llegar la tarde,
esa humildad que
en el mundo va perdiendo su valor,
ya nadie lo
emplea, tan solo es una leña que arde
Por eso
Señor, perdóname pues por mí te crucificaron,
por mis
pecados y por darle al mundo la felicidad,
aunque
aquella tarde fuimos muchos los que te lloraron,
pues pocos son
los que reconocen tu gran humildad.
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