martes, 11 de noviembre de 2014

PERDÓNAME, SEÑOR




Perdóname, Señor, ahora, al confesarlo,
si me tengo que olvidar de aquella promesa,
te digo, en verdad, que no puedo olvidarlo,
estoy solo y su retrato está sobre mi mesa.
 
El hecho de pensar en que ella aún existía,
diciéndome que en cada primavera volvea,
alimentó mi alma, pero creció mi agonía,
ocultando mi dolor, viví, pues la quería.
 
Ese amor, tan divino y muy sagrado,
creció con la esperanza que algún día,
podría yo decirle: «te he buscado,
porque eres mi sostén y mi alega».
 
Está llena de maldades esta vida,
y en cada paso voy haciendo una historia,
si amas en verdad, te causará herida,
más si mueres por amor, no irás a la gloria.
 
Pero dime, Señor, si aún vale la pena,
que siga yo sufriendo por ese gran amor,
si en mis sueños la coroné como mi reina,
hoy al despertar, para mí es un gran dolor.
 
Pues creo en verdad que la amé en demasía,
y por amarla tanto, me llené de dolor,
dame fuerzas para olvidar esta fantaa,
pero si no puedo... perdóname, Señor.






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