Nací en un
lugar muy hermoso, bajo una esperanza,
bajo sueños
de abuelos y de algunos tíos,
nací con
mucho amor y lleno de bonanza,
nací cerca a
la quebrada con el calor y el frío.
Mis pies no
conocieron los zapatos,
pues los
yanquis suplieron con certeza,
la lluvia me
hizo pasar muy malos ratos,
pero siempre
tuve fe en la esperanza.
El verdor del
campo iluminaron mis días,
mis ovejas y
un perro siempre me acompañaba,
el sol
calentaba a diario mis alegrías,
y esperaba
con muchas ansias la alborada.
Quizás mis
sueños llegaron muy aprisa,
y quise
detener el tiempo con mis juegos,
ver crecer a
mi hermano me daba risa,
y yo nunca
pensaba marcharme lejos.
Más una
mañana partí con ilusiones,
de encontrar
a un padre que me amara,
mis lágrimas
destrozaban corazones,
subido en un
árbol esperando que llegara.
Cuanto
sufrimiento abatió mi madre,
pero yo
adelante muy seguro marchaba,
al llegar la
noche extrañaba a mi padre,
y una lágrima
dura mi rostro bañaba.
Cuanto
sentimiento ahora yo siento,
al cumplir
sesenta y que me faltan muchos,
tengo
recuerdos dormidos en mi pensamiento,
de mi niñez
vivida en aquellos tiempos.
Hoy miro
distinto a esa tierra mía,
no están los
abuelos, los tíos se fueron,
solo en el
camino hallo mi tristeza fría,
de mis pies
cansados que ayer se embarraron.
Pero fue
alegre también el tiempo pasado,
junto a mis
gallinas y mis cuyes vivía,
sé que valió
la pena, pues algo he logrado,
el amor de mi
padre que no lo tenía.
Hoy al
cumplir sesenta, no debo pensarlo,
porque el
tiempo pasado mucho me ha enseñado,
que tengo
junto a mis padres y debo de amarlo,
y olvidarme
todo, todo de aquel pasado.
9 julio 2018
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