Dicen que
los abuelos nunca mueren,
que de
tantos nietos, como él alguno será,
recuerdo la
primera vez que mi ojos te miraron,
creo que de
espanto yo me puse a llorar.
Aquel viejo
zumbo como muchos te llamaron,
algunos te
recuerdan por tu bravo coraje,
por tus
sabias enseñanzas otros preguntaron,
que suerte
la tuya y que grande tu linaje.
Tuve una
niñez entre tus palabras y miradas,
entre el
trotar del perro y del rebaño,
así fue mi
niñez entre tardes soleadas y garuas
así pasé un
año y también otro año.
Una tarde
mis ojos se nublaron al verte,
porque iba a
dejarte, tenía que cambiar mi destino,
partiría
pronto y quizás no podría volver a verte,
pues mi
madre me señaló un nuevo camino.
Los años
pasaron, te hiciste viejo y fuerte,
quizás
muchas mañanas esperaste mi llegada,
pero yo
navegando y tal vez con otra suerte,
recordaba
tus gratos consejo de madrugada.
Y como nada
es eterno en esta vida,
partió
primero la abuela una mañana,
yo muy lejos
de ti sufría esta partida,
te quedaste
solo en tu choza de la tacshana.
Abuelo tú me
diste tu sangre y tu valor,
tu nobleza,
tu intrepidez y tu gallardía,
Dios te
llevó para que estés junto a tu amor,
ser tu nieto
hoy para mí es mi alegría.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario