Me dicen que he pecado
tenazmente,
bajo el pecado de amar a
mujer ajena,
pero si Dios comprendiera
mi pena
me dejaría vivir con ella
tiernamente.
No pude llevarla al altar
como quisieron,
como nuestros cuerpos
pedían a grito,
me aleje de ti mujer poco
a poquito
porque amarte más no lo
permitieron.
Hoy te llaman la otra y
hallo tristeza,
porque eres tú la que me
ama,
la que amanece arrullada
en mi cama
la que no soporta más
otra vileza.
El mundo no entiende de
amores,
salvaje aquel que no ha
amado,
que nunca en su vida a
soñado
que el amor nos llena de
dolores.
Te podrán decir la otra
mil veces,
pero mi alma guardará aquel
recuerdo,
de aquella noche de amor
que casi pierdo
la razón de amarte y
amarte con creces.
Hoy no me duele vivir con
esta pena,
si no estás conmigo, todo
está perdido,
me iré solo sabiendo que
te he querido
y moriré por ti mujer
ajena.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario